Aprendí que en la vida hay cosas que vienen y se van, pero hay otras, como el amor incondicional de las mascotas, que siguen en nuestro corazón aunque éstas ya se hayan ido.
Lo aprendí con mi gato, y mas aún con el amor por su madre adoptiva, de un perrito muy peculiar, dos mascotas que siempre voy a tener en mi corazón.
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